El Apple TV comenzó como un hobby para Apple en un momento en el que las denominadas “set top boxes” no eran tan importantes. Desde la aparición de las primeras Smart TVs, las televisiones comenzaron a adquirir un papel más actualizado: no sólo reproducían nuestros contenidos, sino que también empezaban a contar con las primeras aplicaciones – que se acabaron convirtiendo en la evolución de los canales tradicionales: ahora ya no hacemos “zapping”, simplemente cambiamos entre apps.
El papel del Apple TV original fue una incursión tímida en un mercado que la propia compañía – en boca de Steve Jobs – calificó como pasatiempo. Sin embargo, este pequeño producto que originalmente extendía a nuestros salones la experiencia del ecosistema iTunes, con la incorporación de distintos canales y acuerdos comerciales con productoras y compañías de televisión se amplió la diversidad de posibilidades – sobre todo desde la llegada del streaming y los contenidos en la nube. Hoy muchos ya lo consideramos un imprescindible en casa.